La luz interior de Antony and the Johnsons

El músico neoyorquino Antony.
El músico neoyorquino Antony.
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El músico neoyorquino Antony.

Es difícil clasificar a un artista cuya música lo mismo funciona como un guante para banda sonora de una película oficialmente arty como Mi vida sin mí, de Isabel Coixet, que para un anuncio de una marca de moda como Lacoste. Tal vez se deba a que sus canciones también tienen algo de la ambigüedad de su personaje.

Lo poco que supimos de él en 2008 fue que catapultó a la fama a la banda de Brooklyn Hercules and Love Affair con el rompepistas Blind, para después decepcionar a todos los fans con su ausencia en prácticamente todos los conciertos del grupo. El experimento sirvió, al menos, para descubrir el lado disco de Antony.

Tres años después de I am a bird now, el controvertido músico neoyorquino presenta su tercer álbum, The crying light (Rough Trade / PopStock!), cuyo tema central anticipó en el EP Another world.

Antony and the Johnsons<br&gr;El adelanto desvelaba una cara de Antony más experimental, que entroncaba con su colaboración con Hercules and Love Affair y hacía pensar en un cambio de rumbo con la canción Shake that devil.

Finalmente Antony se ha decidido por mantener la línea de sus anteriores trabajos, aunque matizada. Su voz (admirada y odiada a la vez, pues es tan peculiar que no admite medias tintas) es el elemento que vertebra todo el disco y la delicadísima instrumentación (obra del compositor de vanguardia Nico Muhly) está a su servicio.

Minimalismo es el adjetivo que define la totalidad del álbum, con canciones en las que siempre manda Antony, a veces acompañado de un piano, otras de una guitarra.

También es un álbum de contrastes radicales, desde el título al desarrollo de las canciones: de Her eyes are underneath the ground (una de las piezas más oscuras de su carrera, especialmente en ese final instrumental de película de terror) a la esperanza de Epilepsy is dancing o Daylight and the sun; del éxtasis sentimental de Kiss my name a la melancolía de la pista que da título al disco (The crying light) o la espiritualidad casi mántrica de Dust and water; y la esencia del Antony de siempre concentrada en Another world.

La naturaleza inspira la temática del álbum, como se confirma en el vídeo más reciente de Antony, Epilepsy is dancing, una fantasía tipo Sueño de una noche de verano en la que mariposas y flores salen de su boca cuando canta.

La estremecedora imagen de la portada, que dio la vuelta al mundo antes de que se supiera a qué sonaría el nuevo álbum de Antony, es un homenaje a Kazuo Ohno, figura fundamental de la danza japonesa butoh que aúna los ideales de sensibilidad y espiritualidad a los que aspira el neoyorquino.

Antony and the Johnsons han anunciado las fechas de su gira por España: 15 de abril en el Palau de la Música de Barcelona (www.telentrada.com) , 5 de mayo en el Kursaal de San Sebastián (www.kutxa.net), 7 de mayo en el Auditorio de Murcia (www.ticktackticket.com) y 11 de mayo en el Palacio de Congresos de Madrid (www.ticktackticket.com). Las entradas ya están a la venta. Sólo falta saber si Antony estará presente también en alguno de los festivales españoles en 2009.

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